sabato 12 novembre 2016

Don Pedro de Borbón-Dos Sicilias: «Me parece una osadía por parte de mi primo pretender un trono que a día de hoy no existe»

Es hijo del Infante Don Carlos de Borbón Dos Sicilias y de la PrincesaDoña Ana de Orleáns. Duque de Calabria desde la muerte de su padre, el pasado año, y Presidente del Real Consejo de las Órdenes Militares Españolas; es además un orgulloso padre de siete hijos, fruto de su matrimonio con Sofía Landaluce Melgarejo. Extremadamente discreto, ha intentado evitar el conflicto familiar que mantiene con su primo Carlos de Borbón Dos Sicilias, duque de Castro. «Hasta ahora no he respondido a las provocaciones de mi primo, porque en enero de 2014 nos comprometimos a no agredirnos ni perjudicarnos mutuamente. Desde ese momento he cumplido mi palabra, como me inculcó mi querido padre», afirma para ABC.
—Señor, ¿cómo le tengo que tratar?
—Estoy acostumbrado a todo tipo de tratamientos así que puede tratarme como más a gusto se sienta usted.
—Pero por ser Alteza Real, debería tratarle de Señor, ¿no?
—Sí, pero si me tuteas no me molestará en absoluto; en mi día a día, en mi trabajo, lo hacen constantemente.
—El Señor es ingeniero agrícola y se dedica a administrar fincas, ¿cierto?
—Efectivamente, desde pequeño mi pasión ha sido el campo y la naturaleza, he tenido la enorme fortuna de poder hacer de ello mi profesión. Todas las empresas en las que trabajo tienen que ver de alguna manera u otra con la naturaleza. Gestiono fincas forestales, agrícolas, ganaderas y cinegéticas. Soy socio fundador de varias empresas de alimentación animal, asesoramiento, gestión y proyectos.
—Además dedica gran parte de su tiempo a otros trabajos, podríamos llamar «no remunerados»
—(Risas). Cierto, no son remunerados pero no por ello son menos importantes, sino todo lo contrario. Me siento muy orgulloso y privilegiado por una parte, al tomar el testigo y continuar con el legado familiar en la Sagrada Orden Constantiniana de San Jorge. Y por otro lado no me pude sentir más honrado cuando S.M el Rey Don Juan Carlos me nombró Presidente del Real Consejo de las Órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa. Es un honor y una gran responsabilidad, pues estas órdenes son una parte muy importante de la historia de España. Además, formo parte de otras corporaciones tan honorables como las anteriores, con las que colaboro como buenamente puedo.
—¿A qué se dedican hoy en día todas estas órdenes?
—En primer lugar, ser miembro de una orden te obliga a ser una persona honorable y a tener un comportamiento ejemplar. Todas las órdenes promueven labores benéficas, históricas, culturales y religiosas. Colaboramos en obras benéficas tanto en Europa como fuera de Europa, ayudamos a monasterios, conventos, seminarios y colegios; financiamos becas, premios y campamentos infantiles en países en vías de desarrollo.
—¿Qué piensa sobre la polémica que existe actualmente entre el Señor y el duque de Castro?
—Yo siempre he intentado evitar polémicas. Firmamos y pactamos una serie de acuerdos en enero de 2014; acuerdos que mi primo Carlos rompió unilateralmente. En ese momento no tuve más remedio que recordárselo. Desde entonces y hasta ahora no ha parado de sacar en diferentes medios de comunicación y redes sociales, diferentes artículos y comunicados contra mi familia y contra mí.
—¿Y el Señor por qué no responde?
—Hasta ahora no he respondido a las provocaciones de mi primo porque en enero de 2014 ambos nos comprometimos a no agredirnos ni perjudicarnos mutuamente; desde ese momento he cumplido mi palabra, como me inculcó mi querido padre. Hoy siento la necesidad de contestar algunas de estas afirmaciones pues no quiero que se cumpla el viejo refrán castellano de «El que calla otorga».
—¿Conoce las últimas declaraciones del duque de Castro de días atrás?
—Sí, he leído esas declaraciones y muchas otras. En todas ellas mi primo intenta confundir al lector. Quiere mezclar tres temas totalmente diferentes y hacer de ellos uno solo. Los tres asuntos que están en juego son por una parte el Gran Maestrazgo de la Sagrada Orden Constantiniana de San Jorge, la Jefatura de la Casa Borbón- Dos Sicilias y el otro es la Jefatura de la Casa Real de las Dos Sicilias.
—¿Me podría explicar la diferencia de estos tres asuntos?
Primero, el Gran Maestrazgo de la Sagrada Orden Constantiniana de San Jorge. Este cargo se sucede por línea agnada rigurosa hasta nuestros días. A este Maestrazgo NUNCA renunció mi bisabuelo. Por lo tanto, siguiendo la línea agnada, el Gran Maestrazgo recae en mi persona a partir del fallecimiento de mi padre. Esto es incuestionable.
Segundo, la Jefatura de la Casa Borbón Dos Sicilias. Esta Jefatura se hereda siempre por línea de varón y agnación (primogenitura). A esta Jefatura jamás renunció mi bisabuelo el Infante Don Carlos; por lo que esta cuestión no admite discusión alguna.
Tercero, pretensión al Trono de las Dos Sicilias o Jefatura de la Casa Real de las Dos Sicilias. Éste es el único punto que, siendo generoso sería discutible, pues efectivamente, mi bisabuelo firmó en 1900 una renuncia condicionada. Yo, personalmente, no tengo ninguna duda de que esta renuncia quedó sin efecto alguno al no haber concurrido las condiciones para ello. Sobre todo, me quedó aún más claro el día que mi Padre me hizo leer 5 Informes emitidos por: El Ministerio de Justicia Español, Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, «Instituto Salazar y Castro» y el Ministerio de Asuntos Exteriores, todos ellos del año 1983, además del Informe emitido en el año 1984 por el Consejo de Estado. Son Informes emitidos por Instituciones de sobrado prestigio. Estos no dejan ninguna duda de que la Jefatura de la Casa Real de las Dos Sicilias le corresponde a mi padre.
—Pero su primo también afirma que él es el único heredero al trono.
—No sé lo que pretende, me parece una osadía por su parte; primero porque en estos momentos no existe el trono que reclama; y segundo, porque él no es quien para hacerlo. De todas formas me gustaría dejar claro que yo no pretendo ningún trono. Lo único que pretendo en esta vida es educar bien a mis hijos, desarrollar bien mi trabajo y sobre todo, llevar con humildad, honradez y dignidad la Jefatura de mi Casa, que es la Jefatura de la Casa Real de las Dos Sicilias. Cuando hablo de desarrollar bien mi trabajo, me refiero al trabajo que da de comer a mis hijos y a esos otros que me decía usted «no remunerados» económicamente. (Risas). Todavía quedan muchas cosas buenas por hacer y muchísimo trabajo por delante.
—Ha mencionado la educación de sus hijos, ¿es distinta respecto a otros niños de su edad?
—No, educamos a nuestros hijos en un ambiente familiar. En este tema la que tiene todo el mérito es Sofía, mi mujer, pues está dedicada en cuerpo y alma a ellos. Para nosotros, educación no es sólo buenos colegios y universidades, sino la educación cristiana que se recibe en casa. Tenemos siete hijos, por lo tanto no nos podemos permitir nada especial.
—¿Cómo es el día a día en una familia de siete hijos?
—Complicado, sobre todo la logística, pero muy gratificante. Tenemos la suerte de que todos colaboran, solo es cuestión de organización y austeridad.
—¿Cuándo empezó la disputa entre la rama española y la italiana?
—En realidad la disputa es entre la rama española y la rama francesa, pues los orígenes de las dos ramas son napolitanos. Tras el destierro de nuestros antepasados, la rama de mi primo Carlos se quedó a vivir en Francia, y mi familia se asentó en España.
La disputa empezó en 1960 al fallecer Don Fernando Pío de Borbón Dos Sicilias. Al mes de su muerte, como manda nuestra tradición familiar, mi abuelo, el infante Don Alfonso, asume la Jefatura de la Casa; y Don Rainiero, que era el hijo cuartogénito del Conde de Caserta, no acató aquella jefatura. Si se leen el informe emitido por el Conde de Borrajeiros, Magistrado del Tribunal Supremo y Académico de número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación pueden seguir el resto de la historia.
—En la última entrevista concedida por Don Carlos afirma que la Condesa de Barcelona se negó a reconocer a su padre como Duque de Calabria.
—No sé de dónde saca mi primo esta conclusión. Lo que sí le puedo decir es que, hace muy poco, ordenando la documentación de mi padre, pude ver una copia del testamento de S.A.R. la Condesa de Barcelona en el que mi padre era nombrado Albacea como Duque de Calabria.
—Otra de las polémicas declaraciones de su primo ha sido afrimar que ninguna Familia Real ha dado crédito a sus pretensiones.
—Vuelvo a repetir que yo no tengo ninguna pretensión, pero también le aclaro que «hacerse fotos con…», «estar invitado a…», o que otras familias acepten la invitación de uno, no significa que esté siendo apoyado o legitimado por ninguna Casa Real. También menciona mi primo que tiene en su posesión ciertos objetos familiares y que, por lo tanto, eso le acredita como único heredero. A eso tengo que decir, en primer lugar, que me alegro que estos objetos familiares estén en manos de la familia. Casi todos en nuestra familia hemos recibido algo que proviene de nuestros antepasados. En concreto, mis hermanas y yo también tenemos objetos familiares. La posesión de objetos no legitima una causa. Todos estos comentarios me parecen un sin sentido. Sólo los utiliza alguien que necesita encontrar argumentos para reafirmarse.
—¿Cuál es su opinión sobre S.M el Rey Felipe VI?
—Como español no me podría sentir más afortunado con el Rey que tenemos y con el que hemos tenido. Como dijo su padre: «El Rey Felipe VI es el Rey mejor preparado de la Historia de España». Lo está demostrando.
—Por lo que veo, le considera su Rey.
—¡Por supuesto! Con S.M. el Rey Felipe VI y con la Corona española siempre he tenido absoluta lealtad, fidelidad y servicio. Al igual que hicieron mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo. ¡Lo tengo muy claro!
—Vayamos al tema personal, ¿defectos suyos?
—Ufff (risas) muchísimos, eso mejor preguntárselo a mi mujer, dice que soy muy testarudo y confiado.
—¿Se arrepiente de algo?
—Errores cometemos todos pero soy de los que piensan que de todo se aprende y que no hay que arrepentirse de las decisiones tomadas. Quizás, me hubiera gustado haber aprendido más idiomas.
—¿Su mayor acierto?
—Nuestro matrimonio.
—¿Lo que más le gusta?
—Mi familia y la naturaleza.
—¿Lo que más le irrita?
—La impuntualidad.
—Y para acabar, ¿quiere decirle algo a su primo?
—Por supuesto. Que siempre he estado y estaré abierto al diálogo con él, sin condiciones de ningún tipo. Y que le deseo lo mejor a él y a toda su familia.

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